Pájaros de agua y otros poemas


El ermitaño

Al alba salió de su jardín interior,
rompió su silencio de alma recogida
y partió a buscar ladrillos básicos de la vida
para crear otra existencia,
un hogar sin estrenar para un hombre nuevo
ajeno a la violencia del mono homicida.
Y el ermitaño cruzó campos de girasoles dormidos,
escaló la cima más alta de la montaña
y esperó con el corazón abierto
una deslumbrante lluvia de meteoritos,
cascada de luces siderales
que al besar los campos en flor
haría el milagro de una vida nueva.

*****

El Adiós de Elsa

¿Qué fue lo que pasó?
Dile a tu paloma
que nubarrón eclipsó
tu ensueño de crear.
Somos dos luciérnagas sin cerillas
bajo un bosque de hojas impresas.
A veces soy un libro en blanco
y tú una pluma zigzagueante
y tu tinta me embriaga y fecunda
y me hace alumbrar versos
delgados como hilos.
Si te desmoronas,
no hay alondra que vuele,
ni aurora que relumbre
en las espaldas del mar.
Aquí estás, con tu copa,
con tu lápiz afilado,
a la caza de una idea,
de un verso irisado y
ligero como el humo.
Aquí, en mi huida,
está el compañero de viaje,
el amigo de lecho y tertulia,
el que me da la mano
cuando no la pido,
el que fecunda de sueños
mis noches de insomnio.
Ese eres tú,
diseño carnal de mi mejor utopía.
Ese eres tú,
el viajero solidario
en mis travesías a lo oscuro.
Ese eres tú,
sonrisa que no falta
cuando la lágrima
impone su estado en sitio.
Ese eres tú,
aunque sólo seas el espejo aliado
donde nunca asomarán
los fantasmas que me acosan.

*****

Éxodo

Llovía en el alma de los pájaros
que abrazaban la ira del temporal
con un concierto de trinos.
Y como un mal presagio
alboreó la hora de los nidos ilegales,
la hora de aves sin calor de hogar
obligadas a olvidar las canciones del bosque.
Hora del desamor,
de huida entre relámpagos
que iluminan la huella del destierro.
Criaturas aladas, remontad el vuelo,
descubrid islas virginales
donde lirios de agua
brillan entre los arrecifes.
Asombrad al mundo
con la maravilla de un horizonte
sin desahucios ni fronteras.

*****

A Rabindranath Tagore

Ítaca

La gaviota soñaba en decir adiós a las olas de la playa
y volar a un parque con bullicio de palomas bajo la arboleda.
Su compañero trataba de disuadirla:
piénsalo, amor mío, el mar es nuestro nido.
Aunque la gaviota deseaba huir de la rutina del oleaje.
Y en su huida solo oía voces enredadas en el viento.
Piénsalo, volar a la urbe es una contradicción.
Tengo alma de paloma, insistía ella
mientras enfilaba hacia el parque público.
Ave de mar, ¿qué te arrastra a la ciudad?
¿Una tormenta de ruido y asfalto?
Incansable, unidas sus alas, su pareja
la apremiaba a regresar a los acantilados.
Estoy cansada de sobrevolar el ancho mar
y mi vuelo no es eterno.
Y la gaviota batía sin cesar las alas
y pensaba en su realización personal.

*****

El oráculo

El poeta ensimismado
entornaba los ojos.
¿Qué le aquejaba al juglar?
¿Acaso soportaba
un sueño de inmortalidad?
Despegó los labios
con un hilo de voz
que orillaba la herejía.
¿Decidme, dioses del mapa genético,
qué estilo de vida es aconsejable
para un cantor de pájaros libres
cuya música regocija los bosques?
Cuál es el oráculo,
la respuesta.
¿Alumbrar versos dolientes mientras
el reloj de la vida da las horas?
Respondió un silencio de monasterio.
El bardo naufragó en
su océano de dudas,
fijó la mirada en un ave de mar,
posó luego la vista
en nubes doradas y viajeras,
en luces lilas del crepúsculo,
en la noche que lo abrazaba
y advirtió que la fugacidad
era la diosa de la existencia
y su futuro un hijo
del código genético,
más sus canciones.

*****

Canción de la loca de Washington Square Park

Una muchacha de ojos alunados
hace jogging por la linde azul de un sueño,
y una ambulancia,
ojos de pulpo afarolado,
la acosa a lo lejos.
Dejadla,
es la loca de Washington Square,
con suéter negro
y medias de Arlequín.
¿No la veis corretear
bajo guiños publicitarios?
Olvidadla.
Es una luna transeúnte
paseando su utopía
en un viaje sin retorno.
Vagabundos sin techo
la miran sin verla.
Es la sílfide fugaz
de un Harlem blanco
que no cotiza en bolsa.
Dejadla.
Auriculares
pegados a las orejas
mecen su extravío
con violines de ordenador.
"Me voy a suicidar",
thanks very much!,
contesta un viandante
de la urgencia
con esmoquin de humo.
Viaja con su sombra
y relumbra
como un sol de noche,
la paloma sin alas
de Washington Square.

*****

Elegía a un neanderthal

Neanderthal, amigo,
qué fue de ti,
neanderthal querido.
¿Qué enigma en el tiempo,
qué lechos de grava y polvo
impiden que tu fósil hable?
¿Quién eres?
¿Un homínido amable
a quien la selección natural
lo dejó fuera de combate
o un hermano de ese amigo
desleal con las diferencias
y maestro de depredadores
llamado homo sapiens?

*****

¿Estás ahí, Rimbaud?

Hoy canto al amigo
que cede una ventana y
ofrece un arma cargada
de un delirio de sílabas.
Tal vez
versos de aves de níquel.
Tal vez
sueños ancestrales de un homínido
en el instante nunca visto
de aprender a andar,
he ahí la clave de la
obra maestra neuronal.
Barba Azul merodea
por un vértigo de corredores.
Déjame franquear,
verdugo de blondas vírgenes,
la antesala de hijos engalanados
para una fiesta de diptongos
con sombreros sin cabeza.
Tal vez
soy artífice de letras rotas
en un río de ideas que
naufragan en la mente.
Tal vez
un llavín de libertad tintinea
frente a mis propias rejas.
Tal vez
la utopía teje un hilo anímico
para equilibrios sin estrenar
de arlequines del milenio.
¿Volará el último ensueño
con la técnica del gavilán
o se ahogará mi pluma en un
lago de tinta ante el silencio
cómplice de personajes nonatos?
Tal vez.

*****

La ruleta

En la lotería del tiempo
estaba en juego
un cielo azul mar
o un desfile de nubes
con el gris goteando su melancolía.
Oid lo que gorjean
los pájaros de las acacias:
No puede el azar jugar
con el sol de la vida.

*****

Oda a la Luna

Un astrónomo anunció
que te alejas un paso de alondra al año.
Caracola de universos,
huyes fugitiva de ti misma.
¿Dónde vas por ese sendero de estrellas?
¿No temes extraviarte en el páramo sideral?
Somos compañeros de viaje.
Si no vas de la mano con la madre Tierra
serás una luciérnaga sin luz por el cosmos.
Quién alborotará entonces las mareas.
Quién enriquecerá de pájaros astrales
la pluma de nuestros bardos.
Quién los nutrirá cuando tengan hambre lunar
y un sol de agonía apague su lámpara.
Un juglar sin luna donde mirarse
es un agujero negro sin poemas.
Y el día y la noche abarcaran seis horas.
Qué será de nuestro reloj biológico.
Y quién encenderá la noche
cuando los navegantes se echen a la mar.
Qué será de los insomnes,
de los filósofos noctámbulos,
de los nacidos para vivir extraviados
hasta el último adiós de las galaxias.

*****

Mar sorda

Era el 31 de marzo de 2005.
Que nadie suprima esa fecha
en la agenda de la memoria,
que nadie la entierre en el
trastero de su conciencia.
Dejadme cantar una crónica,
dejádmela contar,
una odisea sin Homero,
sin épica, en voz baja,
un episodio sin un Ulises
fecundo en ardides,
pero con un eco de sirenas
originario del primer mundo.
Sucedió en el sur, gaviotas de
la libertad fueron testigos,
en el sur de la isla de Hierro,
en las Islas Afortunadas,
en una frontera insalvable
donde Neptuno agita las olas
y propicia los remolinos.
En ese vértigo de vientos y mareas,
veintidós hijos del hambre
se agazapaban en una patera,
en una caja sin brújula,
a la deriva, en un océano
con un abismo de ahogados
alfombrado su lecho.
Son de Gambia, Mali, Senegal,
hormigas subsaharianas
sin norte, sin saldo bancario
ni techo digno de tal nombre.
Al inicio de la travesía eran
treinta y ocho los navegantes
en manos de la esperanza,
treinta y ocho sueños
extraviados en medio de un
mar de peces espantados.
He aquí la crónica:
cifras, números, dígitos,
abstracciones de humo.
Algunas mujeres, dos niños
incrementan ahora el censo
en el cementerio de coral.
Podían ser más.
Lo evitó un ángel de los
arrecifes disfrazados de capitán
de un barco de atunes.
Desde la proa, en sus prismáticos
se dibujó una vez más un destino
aciago de viajeros sin papeles.
La marinería olvidó los atunes
y se lanzó sobre la barca para
salvar los restos del naufragio.
Qué óleo junto al timón:
marineros sollozan en
la cubierta del barco
ante el drama que nunca
debió subir a escena
ni alumbrar el sol.
¿Para cuándo el himno
al soldado oceánico?
¿Para cuándo el busto,
la luz boreal y llameante
del pescador solidario
en el océano indiferente
de la existencia?
Les ha salvado su edad,
el vigor de su naturaleza,
reza el parte médico.
Diagnóstico escueto.
A los buscadores de futuro
los salvó la marinería andante
que en potros de espuma
asumen su compromiso
cabalgando por las cuatro
esquinas de la mar.

*****

Pájaros de agua

Gaviota marinera,
olvida tu nostalgia
de arrecifes de coral
y dime dónde brota
el manantial de las utopías
para bañarme en sus aguas
antes del primer fulgor solar.

*****

Sol azul

La aldea global retuvo el aliento
ante la magnitud del suceso:
lo protagonizó la casa Sotheby’s
en una subasta de vértigo
con un anillo de leyenda.
Es un sol azul, un diamante dormido
en andamios cegadores de platino.
¿En qué cielo orbitará el astro?
Si la joya de 5,67 millones volara
hacia territorios de hambre,
el viento detendría el paso
para oír en el horizonte
el latido de la esperanza.

*****

Soliloquio al atardecer

Llovía en el cielo
de los pensamientos ocultos.
Las ideas sobre un mundo
más habitable fluían
como peces irisados
en aquel estanque
de aguas amables.
En la escuela de la vida
las asignaturas sobre
el desamor no se imparten.
Mientras un ave del paraíso
hace nido bajo un cielo malva
anunciador del crepúsculo,
quién grita que el tiburón
del asfalto devora
las palomas del parque.
Un día sin sol a los profetas
de la desesperanza.

*****


Poemas escénicos

Quijote urbano

Y no habrá quijote urbano
que me quiera dar la mano
y el hada de la tecnología
será mi dama de compañía.
Y arlequines sin sombrero
me escribirán sonetos.
Y saxofonistas de café
me nombrarán musa de té.
Y en los pentagramas más
locos las notas bailarán
de gozo. Y una acróbata
irá de parto y un mimo
me regalará un lagarto.
Y la juglería posmoderna
irá conmigo de merienda.
Y el verso esdrújulo
se llenará de júbilo.
y el alejandrino me
subirá en su carroza y
me ofrecerá una rosa.
Y un hongo marino
y una rana liberal
me escoltarán al altar.
Seré tan feliz que
un pájaro operístico
me grabará un sueño.

*****


Bambalinera

En un viejo café,
música arrabalera,
disfraza su pena
una bambalinera.

En un café del ayer,
evocando sus andanzas,
una actriz sin papel
se pierde en un aire,
baile de añoranzas.

Una lágrima cae,
un suspiro la encadena,
y el pulpo de la escena
la envuelve en una red
por orden de Atenea.

En un viejo café,
música arrabalera
mientras a Ofelia,
un eco de histriones,
dolor de acordeones,
su deber le recuerda.

*****

El gato solfista

El saxo es un gato
solfista, va por
los tejados de
solista, y llama
en vano a la batería
absorta en un sueño
de coreografía.
El gato solfista,
obstinado, sobre el
brillo de la pista
reclama al contrabajo,
músico de paso, con
humor de escarabajo:
quiero blues, baladas,
sentir el swing. Al
fin surge el saxo
tenor que es todo un
señor, y el cabaré
vuelve a ser lo que fue.
He aquí, pues, la ópera
prima de monsieur Claqué.

En eso el rumor,
en mi bemol, deja
oír su voz: laurel
al saxo tenor con
alma de compositor.
Es el bluesman
de la modernidad,
a Duque Ellington
tiene en un altar,
y en los clubs
de Nueva Orleans
aplauden al astro
tocado con la magia
de Louis Arsmtrong.

*****

Giramundos

Giramundos,
labrador de sueños
y de rumbos.
Que gire, que ruede
la rueda del mañana,
silba la pájara pinta
volatinera en su rama.
Con zapatos de charol
danzan ilusionistas
al ritmo de sus liras
y en el cuerno de la
luna subastan utopías.
Ebrios de lunas altas,
ojos de pez irisado,
juegan a hipotéticos,
extienden una mano.
Y con humo de sus pipas
dibujan alquimistas
con oro viejo luciendo
semblantes de ceniza.
Girar el tiempo,
voltear el sino,
en la feria de la vida,
burlas del destino,
uno piruetea mohíno.
Chispa de taumaturgo
cámbiame el minuto
que me tiene anclado
sin brújula ni faro.
Giramundos,
labrador de sueños
y de rumbos.

*****


Jardines del hampa

No te hagas
la estrecha y
pon la oreja:
él es mi ídolo
y yo su mueca.
Ya sabes mi
épica: una
crónica, como
ves, nada trivial,
sigo al mito con
fidelidad de
perro suburbial,
pues él barrerá
en los jardines
del hampa las
flores del mal.
Recuerda:
su sombra,
su sonrisa,
su música,
su rock,
su huella,
soy la mueca de
Harry el Sucio,
muñeca.

*****

Loro ilustrado

Una pluma
de ave real
anidó en mi
intimidad,
trazo para
aquí, renglón
para allá,
un flujo de
palabras
garabatea
el alma de
la sociedad.
Un loro ilustrado
abrió el pico por
el deslunado: tu
huésped es un
oso garabatoso,
le gusta lapizar,
también narrar,
memorialista bobo
ni en cursiva
haces un responso.
Una fe de erratas
hace el amor a
gatas, un original
inédito valsea
con el viento, un
marinero sin vela
juega a imaginero,
y sueña una novela.

Lo dijo un
francés,
que no era
Voltaire:
las ideas
vuelan y
las palabras
van a pie.

*****

Pez boreal

Lalo Pesquisas,
con gorra y farol,
hazte con él pues
los peces del alba
ya saben quién es.

Buscapersonas,
con tus lentes
y manual de
investigador
sé un lince de
la profesión:
abre un ojo,
extiende un ala
y localízalo.

Si le dio cobijo
una luciérnaga,
tráelo,
Si navega con peces
hiperbólicos,
péscalo.
Con un aguaviento,
frénalo.
Con alondras de mar,
atrápalo.
Si con libélulas de sal
que un pez espada
siegue sus alas para
que no vuele más.

Pesquisas, no
especules más,
el señor Caracol
en barco de espuma
lo vio ante el timón.

Piel de timonel
curtida por rutas
que no son de papel.
Si lo ves navegar
sin vela ni sol
con luz de nostalgia
junto al palo mayor,
que la estrella polar
relumbre en el mar
y que a feliz puerto
lo lleve un pez boreal.

*****

Canto final

El sueño de la paloma

Dejad volar a la paloma,
dejadla volar.
Sus alas son sagradas,
dejadla viajar.
Dejad volar a la paloma,
no la encerréis en el palomar.
Su sed de libertad le abre
un horizonte de sueños altos:
sentir el latido de la vida.
El viento la quiere ayudar
y las nubes rasgan en el cielo
un gran surco que semeja el mar.
Tiene alma de ave marinera.
Dejadla volar.

*****


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